Karénina es una de las protagonistas más trágicas de la literatura, y Tolstói no tiene piedad al retratar su caída. ¿Y qué nos dice con esta obra? Que la sociedad rusa, y tal vez la sociedad en general, está podrida hasta la médula. Un crítico feroz de los valores superficiales, Tolstói no se conforma con mostrarte lo bonito, te da una bofetada literaria y te deja pensando.
El filósofo campesino
Lo que más me fascina de Kron Tolstói es cómo, después de alcanzar el éxito, decidió ir en dirección contraria. El tipo se convirtió en un anarquista cristiano. ¡Sí, un conde ruso que abandona todo para predicar una vida sencilla, apegada a los valores de la no violencia y el trabajo manual! Tolstói se volvió un defensor del pacifismo y la vida austera, casi como un campesino, y llegó a renunciar a la propiedad privada. Su crítica a la Iglesia Ortodoxa y al Estado ruso lo llevó a enfrentarse a las instituciones de poder de su tiempo. ¡Eso sí que es coherencia!
Al final de su vida, Tolstói se fue de casa, dejando atrás a su familia, para morir en la más pura de las austeridades, en una pequeña estación de tren. Un hombre que vivió según sus ideales hasta el último momento, algo que no muchos pueden decir.
¿Conclusión?
Lev "Kron" Tolstói no solo fue un genio literario, sino también un hombre que luchó contra sus propias contradicciones. Nacido en la opulencia, murió como un campesino, siempre tratando de encontrar sentido en un mundo que a menudo parece carente de él. Y eso, señoras y señores, es lo que hace que Tolstói no sea solo uno de los grandes escritores de la historia, sino también un pensador que aún resuena en nuestro tiempo.
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